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Autor: Pablo Hernández-Mejía.

Noviembre 2020.
 
   La adolescencia es un proceso de crecimiento emocional que implica la necesidad de confrontar.

 

¿A quién confronta el adolescente?

 

Regularmente, estos confrontan a los padres, a las figuras representantes o sustitutos de los padres (figuras de autoridad, maestros, familiares, e incluso amigos o pares en quienes proyectan una rivalidad, etc.).
 
¿Qué confrontan?

 

El adolescente confronta su pasado, sus ideas  infantiles, emociones nuevas y pasadas, inquietudes confusas, temores sin forma, y todo aquel objeto psíquico[1] que se le ponga “en frente”, con el fin de llegar (demostrar) a ser otro, de llegar a otro lugar de su existencia. Dice la Dra. Dolto (1989) la adolescencia es un “segundo nacimiento”, en que debemos mudar de caparazón (hogar-protector).

 

Es vital que los adolescentes tengan a quien confrontar y que éste personaje sobreviva, quiero dejar muy en claro que tal situación es una motivación inconsciente de toda adolescencia, se puede traducir esta escena en “un asesinato sin muerto” (Rodríguez, 2019). Es decir, que los padres puedan ser asesinados pero sin dejar de existir (muerto simbólico) frente a su adolescente. Si los padres abandonan ese lugar de confrontación, dejan a los adolescentes a su suerte en un desamparo sin la oposición que necesitan, “El adolescente solo, no puede hacerlo” (Rodríguez, s/f). Confrontar[2] no es lastimar: es encarar, contener y sobrevivir. Para eso, hay que trabajar bien la seguridad y firmeza parental (crecimiento) que no se confunda con actos de autoritarismo, crueldad o maltrato.

 

Los padres deben sobrevivir a toda costa ante esta tormenta adolescente, frente a toda clase de ataques, reacciones y provocaciones emocionales. Evitando caer en regresiones o actitudes infantiles (competencias o enganchamientos) más intensas que las de nuestros adolescentes. A menudo, tales ataques son sentidos tan feroces, despiadados y tan asesinos de parte del hijo(a) que lastiman de verdad. Recuerden que intentan asesinar sin matar, una necesidad inconsciente de todo adolescente, sana y universal.

 

“la fantasía de crecimiento […] en la adolescencia el contenido será de asesinato” (Winnicott, 1971).
 
Por lo tanto, les comentaré algunas tareas y quehaceres básicos de los padres para su sobreviviencia:
 
1) Confiar en su propia madurez “como nunca creyeron hasta ahora ni creerán después” (Rodríguez, s/f). Sentirse más seguros en poner límites pero también más capaces de negociar (tolerar) permisos confiando en ellos.

 

 2) Crecer sobre los propios recuerdos difíciles de su etapa adolescente y de aquellas experiencias complicadas que tuvieron con sus padres (de cómo fueron tratados, motivados, frustrados o rechazados, etc.). Sentirse[3] más adultos para comprender las necesidades (de libertad, de soledad, de creatividad, de pensamiento propio, etc.) de un adolescente, semejantes pero diferentes en forma generacional.

 

3) Rescatar tanto las aspiraciones o  principios de los cuales se apoyaron en aquel entonces. Sentirse más padres para proveer, compartir y crear experiencias (charlas, gestos, etc.) de crecimiento, de intimidad.

 

Quiero concluir, invitando a buscar en ustedes mismos, para encontrar y reconocer que: en aquella época adolescente, tuvieron esta necesidad inconsciente, de haber confrontado personajes o situaciones transitorias que contribuyeron para llegar a ser quienes son ahora.

 

“El adolescente no existe sin confrontación” (Jorge Rodríguez, s/f).

 

Bibliografía

 

Dolto, F. (1989). Palabras para adolescentes o el complejo de la langosta. Buenos Aires, Argentina: Atlántida. [1992].
Rodríguez, J. (2019).  Ponencia “Winnicott: el problema de la agresión y la tendencia antisocial”. Ciudad de México.
Rodríguez, J. (s/f).  Nuevas traducciones de capítulo XI. Muerte y asesinato en el proceso adolescente. Texto inédito.
Winnicott, D. (1971). Muerte y asesinato en el proceso adolescente. En Realidad y Juego. México: Gedisa.
 
[1] Es la integración de sentimientos, emociones, pensamientos y recuerdos internos, propios y de nadie más, partes privadas que se construyen desde experiencias muy tempranas y son susceptibles de contactar-transformar en psicoterapia.
[2] Del lat. confrontari “estar próximo”, de con- “con”- y frons, frontis “frente”. (RAE). Es decir, «Estar cerca y de frente».
[3] Uso sentirse, aunque es mejor Estarsiendo.
¿Cómo entender la confrontación en la adolescencia?